La historia detrás de mi visita a esta familia en Perú, se remonta a Noviembre 2011 cuando Ásdís, mi mujer, y yo estábamos viajando por Sudamérica. En nuestro camino hacia las líneas de Nazca, que están a unos 200 km (125 millas) en el sur del Lima, le pregunté a nuestro guía si podíamos parar en cualquier lugar para ver las condiciones de vida de las personas allí. Me dijo que era demasiado peligroso adentrarse en los vecindarios. Viajando hacia el sur de Chincha, nuestro chófer dio un brusco giro en uno de esos vecindarios. Paró el coche, abrió el maletero y comenzó a repartir comida y todo tipo de golosinas a los vecinos del lugar. Él había comprado las cosas mientras nosotros almorzábamos. Actuando de esa forma, dimos claras señales de que nuestra visita estaba sólo llena de buenas intenciones. Los niños estaban todos riendo y disfrutando de las golosinas, cuando un hombre se nos acercó, y nos narró la historia acerca del terremoto que destrozó cerca del 40% de todas las casas en Pisco y sobretodo en ese vecindario, nos preguntó si queríamos ver su casa y comprobar los demoledores efectos del terremoto. Su generosa invitación me llevó a visitarles 4 años más tarde.

