Mao – India

Al llegar a Mainpur, India, donde había decidido buscar un hotel, la situación no era para nada alentadora. En total oscuridad, porque estaba cortada la electricidad, no podía ver ningún hotel, sólo algunas personas alrededor de una hoguera. Decidí entonces continuar, a pesar de que, me había prometido a mi mismo que no conduciría en la oscuridad. Los alrededores simplemente no eran nada amigables. Vi el control fronterizo pero lo ignoré y tomé la dirección hacia Imphal – unas tres horas de camino. Poco antes de continuar mi ruta, observé por mi retrovisor que había un coche que me seguía de cerca. Finalmente, decidí echarme un lado para dejar que me adelantase, pero mi sorpresa fue que el conductor quería hablar conmigo. Había estado tratando de alcanzarme desde que salí de Mao para informarme de la situación allí. La zona en la que acababa de entrar era muy insegura y peligrosa sobre todo por la noche. Él me recomendó dar la vuelta e incluso me ofreció que me quedase en su casa, lo que acepté muy agradecido. Cuando di la vuelta, pasé por el control de la frontera que estaba dirigido por policías y me registraron. Allí aprendí que el registro de extranjeros es simplemente para el beneficio de los mismos, ya que si ocurre algo ellos tienen la forma de contactar con algún familiar para comunicar el suceso. Nadie llevaba uniforme pero todos sostenían un rifle o una ametralladora y un viejo abrigo de invierno. La pequeña hoguera en frente de la estación de policía les servía como calentador para los oficiales en servicio. Me sentí como si formase parte de una escena de WW II, muchas veces tras regresar a la India, he pensado que habría podido suceder si ese chico no me hubiese advertido y recomendado darme la vuelta.